HISTORIA DEL MONASTERIO
El día veinte de Mayo del año 1198, en un pueblo de la Provincia de Palencia. llamado Perales y situado entre Palencia y Carrión de los Condes, era bendecido un Monasterio de monjas cistercienses. venidas, como primera fundación, del Monasterio navarro que había en Tulebras.
Este Monasterio nacido en Perales se funda bajo el patronazgo de la Familia Lara-Tovar. que decide levantar dicho monasterio para que sirva un dia de lugar de enterramiento para ellos y sus descendientes; y donde las religiosas eleven oraciones a Dios en favor de la ilustre familia.
Tendrá como titular el cenobio a «Santa María de la Consolación, contará con el apoyo real desde el comienzo; y recibirá, en repetidas ocasiones, señalados privilegios.
Enrique III el Doliente, en el año 1352. establece que el Monasterio de Perales es de Fundación Real, y este privilegio fue confirmado por los reyes católicos. Doña Isabel y D. Femando; añadiendo una renta perpetua para el Monasterio.
Pero llegó un tiempo en el que decayó la primitiva observancia, era a finales del siglo XVI; cuando estaba en auge la reforma de las distintas Ordenes religiosas en España.
Y tiene lugar entonces un acontecimiento que puso al Monasterio de Perales a la cabeza de la reforma: La elección, como Abadesa del Monasterio, de Catalina de Castilla, que. ya en distintas ocasiones, habia manifestado su deseo de volver a una observancia más acorde con la regla de San Benito
Y enseguida la nueva Abadesa. Sor Catalina de Castilla, envía al Rey Felipe II un memorial contándole sus proyectos. El Rey responde apoyando la reforma; y a través del Nuncio en España, D. Camilo Cayetano, llega también el permiso del Papa Clemente III. Y el día 21 de Noviembre de 159-4, se establece la reforma en el Monasterio cisterciense de Perales.
Año y medio después de haberse establecido la reforma, por deterioro del edificio, y quizá por alguna otra causa, se empieza a pensar en el traslado del Monasterio. Aparecen entonces, como posible destino de la comunidad de religiosas, cuatro poblaciones: Carrión de los Condes, Medina de Rioseco. Palencia y Valladolid.
El Rey Felipe II encarga al Abad de Husillos, D. Francisco de Reynoso, que concierte tanto el lugar como el sitio dentro del mismo, para el nuevo Monasterio. Y D. Francisco de Reynoso se decide por Valladolid Pudo influir en esta decisión el hecho de que ya se barajaba esta ciudad como posible sede de la corte española. Y el sitio elegido fueron unas casas que se pusieron en venta y que estaban junto a la parroquia de San Lorenzo y muy cerca del Convento de los Trinitarios, situado entonces donde hoy está el teatro Lope de Vega. El Arquitecto D, Francisco de Praves fue el encargado de adaptar dichas casas para convento.
Y el día 18 de Diciembre de 1595 las monjas de Perales llegan a Valladolid; estableciéndose la reforma que ya venían observando en Perales. En Valladolid cambian el nombre de Santa María de la Consolación por el de San Joaquín y Santa Ana, como titulares y patronos del Monasterio.
Y hay que señalar que hubo aquí en Valladolid un gran florecimiento vocacional; y como no se podía sobrepasar el número de 26 monjas, surgió la idea de fundar otros monasterios. La primera fundación fue Málaga; después fue Toledo; siguió Talavera de la Reina. La cuarta fundación fue Brihucga, en tierras de Guadalajara; Madrid fue la quinta fundación, estando presentes el día de la inauguración el Rey Felipe III, la Reina LV Margarita de Austria y el principe heredero. Vinieron después otras fundaciones como la de Lazcano en Guipúzcoa y Guadalcázar en Córdoba; llegando hasta el número de quince las fundaciones reformadas o recoletas que llevó acabo este monasterio en el siglo XVII.
Pero llegado el año 1777, el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana en Valladolid, amenaza ruina total. Y teniendo conocimiento de ello el Rey Carlos III, encarga a D. Francisco Sabatini, Arquitecto de la Corte, que haga una revisión del Monasterio y una tasación de lo que puede costar la obra.
Las religiosas, en su afán de poner solución al problema cuanto antes, ofrecen los créditos heredados de la Marquesa de Canales que esta había donado a la Comunidad cuando ingresó religiosa, pero no eran del lodo suficientes. Y ante esta situación, el Rey decide hacerse cargo de la reedificación del monasterio. El encargado de hacer los planos y dirigir la obra será el arquitecto real, D. Francisco Sabatini.
Terminadas las obras, se plantea un nuevo problema: Los cuadros de la antigua Iglesia quedan pequeños para cubrir los paños de la Iglesia nueva. Se lo comunican al Rey y este encarga a los dos pintores de la corte, Francisco de Goya y Ramón Bayeu que pinten tres cuadros cada uno para la nueva iglesia. Y por fin en el mes de Noviembre del año 1787 entran las monjas en su nuevo monasterio.